Consejos para lidiar con un jefe difícil...
Tener paciencia, madurez y tolerancia para reaccionar ante alguna provocación, son algunas de las recomendaciones que hacen los expertos.
Nadie quisiera toparse con personas difíciles. Evitar al vecino intolerante, al conductor neurótico o a la cajera apática del supermercado, es algo que cualquier ser humano buscaría hacer.
El problema surge, sin embargo, cuando aquel individuo complicado es imposible de evadir, y más aún, cuando se debe tratar a diario con él, cumpliendo objetivos, pero también estrictos mandatos.
Se trata del jefe difícil, aquella especie de ogro o demonio que nadie quisiera tener como superior, pero que inevitablemente puede aparecer más de una vez en la vida profesional. Según los expertos, este tipo de directivo se caracteriza por tener mal carácter, ser irritable, terco, intolerante e inflexible.
El jefe complicado nunca se muestra conforme con el alcance de los objetivos, ni se preocupa por crear un ambiente idóneo para que sus trabajadores puedan desenvolverse con todo su potencial.
Tratar con un superior difícil puede ser una ardua tarea. Y para ello, los expertos recomiendan tener la paciencia, madurez y tolerancia suficientes para reaccionar ante alguna provocación, o simplemente para ignorar actitudes desagradables. En ese sentido, lo primordial será que el empleado se centre en su desarrollo personal y autosatisfacción.
“Cuando se tiene un jefe difícil, el empleado debe tener la capacidad de estimularse de manera autónoma. Para ello, puede recurrir a satisfactores internos como el desarrollo profesional, personal o académico. Inclusive, ver esta situación como una oportunidad de crecimiento, un reto que lleve a la innovación y avance en lo profesional”, explica Diego Cardona, Decano de la Escuela de Negocios de la Universidad del Norte de Colombia.
Según Roger Marull, gerente general de Meta 4 Chile, es importante que el subordinado fije sus prioridades, a fin de cumplir con los objetivos que tiene definidos. “Los objetivos no deben estar centrados en las características poco positivas del jefe, sino más bien en los logros que la organización espera de él”, sostiene.
Acérquese a su jefe. Para conseguir un mejor trato de parte del superior, los especialistas aconsejan a los empleados tener buen rendimiento y mantener la independencia, cordura y pertinencia, sin alterar negativamente el clima organizacional. “De esta forma, el directivo -tarde o temprano- reconocerá el esfuerzo y dedicación de la labor, cambiando su actitud hacia el trabajador”, dice Marull.
Conseguir participar en la toma de decisiones, intentando un plan sutil e inteligente de manipulación y seducción, es otro objetivo alcanzable, según afirma Luis Felipe Calderón, académico de la Universidad Esan. “Con ello, el empleado descubrirá que ese jefe demonio, en el fondo, tiene una personalidad débil, que está dominado por muchos miedos y que su dureza externa no es más que un mecanismo de defensa al haber alcanzado su nivel de incompetencia en el cargo de jefe”.
Lo aconsejable, entonces, será encontrar la mejor forma de hacer que las propuestas y logros no sean vistos por ese directivo como una amenaza, sino como un apoyo ante esas debilidades. Por otro lado, siempre será recomendable mostrarse como un trabajador capaz, proactivo, dinámico, competente y dispuesto a trabajar en equipo.
Si finalmente ninguna estrategia funciona, los expertos aconsejan, como última salida, buscar un traslado interno a otra división o empresa, o abandonar aquel ambiente hostil.
“Si nada funciona, nunca será saludable continuar en un ambiente tóxico porque o sino, tarde o temprano, el empleado quedará contaminado”, concluyó Calderón.
El problema surge, sin embargo, cuando aquel individuo complicado es imposible de evadir, y más aún, cuando se debe tratar a diario con él, cumpliendo objetivos, pero también estrictos mandatos.
Se trata del jefe difícil, aquella especie de ogro o demonio que nadie quisiera tener como superior, pero que inevitablemente puede aparecer más de una vez en la vida profesional. Según los expertos, este tipo de directivo se caracteriza por tener mal carácter, ser irritable, terco, intolerante e inflexible.
El jefe complicado nunca se muestra conforme con el alcance de los objetivos, ni se preocupa por crear un ambiente idóneo para que sus trabajadores puedan desenvolverse con todo su potencial.
Tratar con un superior difícil puede ser una ardua tarea. Y para ello, los expertos recomiendan tener la paciencia, madurez y tolerancia suficientes para reaccionar ante alguna provocación, o simplemente para ignorar actitudes desagradables. En ese sentido, lo primordial será que el empleado se centre en su desarrollo personal y autosatisfacción.
“Cuando se tiene un jefe difícil, el empleado debe tener la capacidad de estimularse de manera autónoma. Para ello, puede recurrir a satisfactores internos como el desarrollo profesional, personal o académico. Inclusive, ver esta situación como una oportunidad de crecimiento, un reto que lleve a la innovación y avance en lo profesional”, explica Diego Cardona, Decano de la Escuela de Negocios de la Universidad del Norte de Colombia.
Según Roger Marull, gerente general de Meta 4 Chile, es importante que el subordinado fije sus prioridades, a fin de cumplir con los objetivos que tiene definidos. “Los objetivos no deben estar centrados en las características poco positivas del jefe, sino más bien en los logros que la organización espera de él”, sostiene.
Acérquese a su jefe. Para conseguir un mejor trato de parte del superior, los especialistas aconsejan a los empleados tener buen rendimiento y mantener la independencia, cordura y pertinencia, sin alterar negativamente el clima organizacional. “De esta forma, el directivo -tarde o temprano- reconocerá el esfuerzo y dedicación de la labor, cambiando su actitud hacia el trabajador”, dice Marull.
Conseguir participar en la toma de decisiones, intentando un plan sutil e inteligente de manipulación y seducción, es otro objetivo alcanzable, según afirma Luis Felipe Calderón, académico de la Universidad Esan. “Con ello, el empleado descubrirá que ese jefe demonio, en el fondo, tiene una personalidad débil, que está dominado por muchos miedos y que su dureza externa no es más que un mecanismo de defensa al haber alcanzado su nivel de incompetencia en el cargo de jefe”.
Lo aconsejable, entonces, será encontrar la mejor forma de hacer que las propuestas y logros no sean vistos por ese directivo como una amenaza, sino como un apoyo ante esas debilidades. Por otro lado, siempre será recomendable mostrarse como un trabajador capaz, proactivo, dinámico, competente y dispuesto a trabajar en equipo.
Si finalmente ninguna estrategia funciona, los expertos aconsejan, como última salida, buscar un traslado interno a otra división o empresa, o abandonar aquel ambiente hostil.
“Si nada funciona, nunca será saludable continuar en un ambiente tóxico porque o sino, tarde o temprano, el empleado quedará contaminado”, concluyó Calderón.
Tomado de MBA America Economia.
0 comentarios :
Publicar un comentario