¿Qué hacer cuando el sueño ataca en la oficina?
Cambiar los malos hábitos y buscar ayuda especializada, son algunos de los consejos para dejar de lado la fatiga y la falta de concentración en el trabajo.
Si se siente identificado con estos síntomas, lo más probable es que sufra de trastornos del sueño. Las causas pueden ser variadas: malos hábitos como ver televisión hasta la madrugada o participar de fiestas, una dieta desbalanceada, beber café en exceso, tener depresión o estrés, o asistir a los hijos durante la noche, terminan por afectar en el rendimiento laboral.
“El cansancio no es sinónimo de flojera sino más bien el síntoma de una situación que está provocando fatiga”, afirma Elisa Ansoleaga, psicóloga laboral y coordinadora del Programa de Estudios Psicosociales del Trabajo de la Universidad Diego Portales.
La fatiga puede deberse a múltiples causas, algunas de ellas pueden originarse en el propio trabajo o muchos determinantes extralaborales, puntualiza la especialista.
Sin embargo, quedarse dormido en la oficina no es el principal problema. Según los expertos, el estado de somnolencia constante es el que genera mayor déficit atencional, malhumor y falta de involucramiento, afectando directamente en las responsabilidades inmediatas.
“Los empleados que sufren este tipo de anomalía en poco tiempo tendrán rendimientos inferiores a los normales. Se podrá percibir una mayor irritabilidad, lo que llevará a un desequilibrio al interior de los grupos de trabajo, afectando su desempeño y ánimo, y el cumplimiento de las tareas y alcance de los objetivos”, dice Pedro Cortés, gerente comercial de Meta4 Chile.
Si la situación de cansancio le sucede a un empleado, de seguro tendrá conflictos, pero si le ocurre a un jefe, las repercusiones podrían ser mucho más graves, pues toda la problemática tendría un efecto de cascada, explica el peruano Luis Felipe Calderón, académico de Universidad Esan.
Para solucionar esta afección, se recomienda que el empleado -antes de ir a la cama- realice actividades relajantes como escuchar música tranquila, leer un libro, no beber mucha agua y no ver televisión hasta tarde. No obstante, de persistir el trastorno, lo mejor es acercarse a su superior, ponerlo en conocimiento de la anomalía -sin entregar detalles- y buscar ayuda profesional.
Enfrentando el problema. Según los especialistas, el procedimiento más adecuado a la hora de resolver el problema, es ir más allá de medidas disciplinarias y llamados de atención escritos o verbales. Por el contrario, será necesario conversar en privado y en un ambiente distendido con el trabajador.
Involucrar al departamento de Recursos Humanos, a un área médica -si la hay- o derivar al Servicio Social, no será prudente sin conocer de antemano las causas específicas del trastorno.
“Cuando el cansancio se refiere a características o condiciones del propio trabajo (sobrecarga o subcarga de trabajo) el jefe podrá tomar medidas de reorganización de las tareas o reestructuración de equipos de trabajo”, dice Ansoleaga.
En el caso de que el cansancio sea producto de condiciones extra-laborales, el jefe tendrá a su mano otras alternativas, en la línea de conciliación trabajo-vida personal. “Si existe una situación particular que requiere atención de parte del trabajador, como es el caso de un hijo o familiar enfermo podrá ofrecer permisos especiales atendiendo la situación, por ejemplo, podrá flexibilizar horarios de entrada y salida, días de vacaciones”, sostiene la experta chilena.
Para que la organización no pierda el ritmo de producción ni vea perjudicado su clima laboral, Cortés aconseja que “el líder atienda y aprenda a leer los cambios en el estado de ánimo de los miembros del equipo y -de verse afectado- redistribuir las responsabilidades de manera que se sigan cumpliendo las tareas para alcanzar los objetivos propuestos”.
Finalmente, aclaran los entendidos, la sola muestra de preocupación del jefe puede contribuir a un alivio del trastorno. Eso sí, esta señal de interés en el bienestar del capital humano deberá ir acompañada del establecimiento de límites, es decir, de dureza y suavidad. En palabras simples, “la empresa podrá preocuparse por el empleado y ayudarle, pero eso no significa que dejará que falte a sus deberes”, concluyó Calderón.
Tomado de America Economia .
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